jueves, 12 de abril de 2012

Maggie Dickson, ¿desdichada o afortunada?




 Situaremos nuestra historia allá por el siglo XVIII. Más concretamente nos encontramos en 1720. La que será protagonista de la siguiente historia podría haber quedado tranquilamente en el anonimato, pero no fue así a causa de sus múltiples desgracias, aunque todos sabemos que la mala suerte suele tener su fin, eso dicen.


 
Maggie Dickson era una muchacha como otra cualquiera que vivía en un pueblo. Como las demás se casó con un hombre que realmente no amaba, pero que le podría proporcionar una vida al menos estable. Regresando ya a 1723 el marido de Maggie decide abandonarla por causas desconocidas (tenía una amante), por la vergüenza del qué dirán y todas esas cosas que ya conocemos, nuestra protagonista tuvo que irse a un pueblo situado en la frontera escocesa (Kelso). Ella sólo debía continuar con su vida adelante sin importar lo que le hubiese pasado antes. Se encontraba en una situación económica muy precaria, así que debía encontrar trabajo y alojamiento. Se dirigió a la posada para poder encontrar alguna pista de qué poder hacer. El amable posadero le hizo una propuesta, si limpiaba la posada para él, éste le daría cobijo y alimento. Maggie aceptó encantada. Poco a poco se fue encontrando más a gusto, conociendo gente, entre ellos al hijo del posadero. Parece que Maggie no había aprendido bien la lección puesto que quedó encinta del hijo del posadero después de unos cuantos encuentros amorosos. No podía decir nada ya que si no perdería su trabajo y en consecuencia un lugar donde dormir.

Así fueron pasando los meses. Fueron muchas las peripecias que Maggie tuvo que hacer para ocultar su embarazo. Para colmo de males el niño nació de forma prematura y sin ayuda alguna. A los dos días el niño murió. A pesar de todo le parecía que la mejor idea era la de ocultar también al niño, sin dar a conocer ni su existencia y mucho menos su muerte. Así que decidió llevar el cadáver del bebé al rio Tweed para mandarlo al fondo de éste. Una vez allí se vio incapaz de soltar a su propio hijo aunque yaciera muerto. Algunos cuentan que estuvo cerca de tres horas abrazándolo sin dejar de llorar. En algún momento la voz de un hombre gritando interrumpió el llanto de Maggie, quien dejó al niño en la orilla y salió corriendo. Al final fue capturada y llevada a Edimburgo para sentenciarla; pero no por haber tenido relaciones con el hijo del posadero sin estar casados, ni por intentar meter a su hijo muerto en el río, sino por ocultar su embarazo al pueblo, sí señores, era delito ocultar un embarazo. Así sentencia de muerte. Pública. Día 2 de septiembre de 1724 en Grassmarket (Edimburgo). Llegado el día transcurrieron los hechos como suele ser habitual en estos casos, se le preguntó cuál sería su última voluntad y como todos pidió un chupito de whisky (por ello en la calle Grassmarket de Edimburgo hay un bar o pub llamado "The last drop" -el último trago-). Se precedió a la ejecución, sería ahorcada. Después de certificar la muerte su cuerpo era trasladado a Musselburgh (que si no recuerdo mal era un cementerio situado justo al lado de la calle en cuestión). Marchaba todo el pueblo en procesión para observar y dar por concluida la sentencia de Maggie. Pero los gritos y las exclamaciones comenzaron a sucederse tras oír gritos y golpes dentro del ataúd. Efectivamente, procedieron a abrir el ataúd de madera en el que se encontraba y Maggie estaba más que viva casi. Tras recolocar los ojos ojipláticos de todo el mundo, dieron media vuelta para volver a repetir la jugada. Nuevamente concedieron su última voluntad (esta muchacha iba ya servidita de whisky) y justo cuando la soga comenzaba a rozar su cuello, un aldeano levantó la voz para pronunciar estas palabras "Por voluntad divina esta mujer no ha muerto al ser sentenciada, no tendría lógica alguna juzgarla por un delito por el cual ya ha sido juzgada". Así todos concluyeron que Maggie Dickson había cumplido su sentencia aunque no se hubiera llevado acabo hasta el final. Con una copa de más y sin creérselo muy bien Dickson saltó de la tarima que la separaba del suelo y dió mil veces las gracias a Dios por darle una segunda oportunidad en la vida.


Maggie Dickson vivió 40 años más en Grassmarket, en el corazón de Edimburgo. Se volvió a casar y tuvo hijos. Era muy conocida por todos e incluso una celebridad, le otorgaron el nombre de "Half Hangit Maggie" (Maggie medio colgada). Años después y en su memoria, se levantó justo donde estaba su casa un pub con el nombre de "Maggie Dickson pub".
Aquí se come muy bien y barato (apuntadlo xD)


Esta fue una de las muchas historias que me contaron en Edimburgo. Espero que os guste y que os entretenga, al fin y al cabo fue una historia real. Y como digo siempre, comentad cabrones que no muerdo, sólo en ciertas ocasiones ^^.

4 comentarios:

  1. Me encanta esta historia jajaja, pero Maggie no se casó al final con el tipo que dijo que no la volvieran a colgar??? no lo tengo claro.

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    1. La verdad es que no tengo constancia de tal hecho pero podría ser, tranquilamente se podría considerar una inmortal con todo lo que le había pasado!! jajaja. Gracias por pasarte y sobre todo por comentar. Saludos!! ^^

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  2. Gracias por el artículo me ha gustado mucho y me ha quitado algunas dudas que tenía.
    había escuchado que a Maggie cuando murió le hicieron una exploración forense para ver que había pasado y que pudo motivar que no muriera colgada. por lo visto, o según me contaron, se le desplazó una vertebra y vivió, sin saberlo, con el riesgo de hacer un mal giro de cuello y morir.
    Un saludo.
    Gema

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  3. gracias me ayudaste con mi tarea

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