A todos nos gusta
recordar. Es algo que forma parte de nosotros. Tendemos a recordar
tiempos pasados mejores, añorarlos como si quisiéramos volver a
ellos. Como si de una canción se tratara queremos repetirlo las
veces que queramos (menos en Spotify que sólo nos da 10 horas ¬¬).
Lo malo de este sentimiento es que no es posible y a veces por ello
lo extrañamos aún más, sabemos, somos conscientes, que nunca
volveremos a ello. Torturamos nuestra mente evocando un olor, un
lugar... Quizás los recuerdos sea lo más poderoso que tengamos,
pero no podemos aferrarnos a ellos (tampoco despojarnos puesto que
forman parte de nosotros, es una parte más, no seríamos lo que
somos sin esa experiencia). Podemos encontrar un pequeño alivio al
pensar que otros muchos vendrán, mejores o peores, pero vendrán.
Pero aún así el archi-conocido por todos suspiro por algo que ha
sido recordado sigue por ahí.
A veces pasa que
después de estar un tiempo vagando por el pasado una especie de
vacío sentimental te apodera. ¿por qué? El poder del cerebro nos
hace vivir las experiencias de una forma tan intensa y las rememora
de una forma tan nítida que al volver a poner los pies en la tierra,
volver al ahora, al presente, casi hasta nos duele. Como todo hay
gente que es más propensa que otra, o que simplemente le gusta más
o menos. Hay gente a la que le importa un pepino lo que los ha pasado
y simplemente quieren vivir el ahora (también los hay que
simplemente pasan de todo y todo les importa un rábano). Quedarnos
sentados en la cama, en una silla, en el sofá... con cara de lelos y
escrito en la frente “viajando a la inopia, vuelvan más tarde”.
Al recordar todos ponemos una cara similar. |
Los años que han
pasado son los que son, eso es obvio. Nunca más volverán, nunca
podremos volver a vivirlos, te preguntas si dentro de unos años
pensarás lo mismo de los años que ahora mismo son presentes; por
desgracia no podemos saberlo, ni saber lo que nos deparará. Esperar
a que venga el futuro a veces nos obliga a perdernos lo que debería
suceder ahora. Os invito a hacer una reflexión en vuestra propia
silla (sofá, cama... lo que sea) cerrar los ojos y empezad a
recordar lo que habéis hecho días atrás, pero recuerdos cercanos;
seguramente os daréis cuenta de que no todos los días tenéis algo
que recordar; pero centraros un poco más, en los pequeños detalles,
como en ese momento en el que tu amigos te hacen un regalo que no
esperas, unas risas no programadas, una mirada o caricia de nuestra
mascota que nos alegra el día, un chiste leído en cualquier parte,
una canción que suena en un lugar inesperado... Son muchos los
pequeños momentos que pasamos por alto porque estamos esperando algo
que desconocemos y que quizás esté pasando delante de nuestras
narices y no queremos verlo. Como bien comento es un simple reflexión
pero os puede agradar bastante, os llevaréis una gran sorpresa.
Cuando esperas que
alguien cambien, y esperas y esperas lo único que consigues es
perder tiempo. La vida no está como para derrochar los momentos.
Simplemente vivir como si no fuera a haber un pasado mañana (vamos a
dar un margen de error que un “mañana” es muy pronto y
agobiantes jeje). Vivir joven, empezar a tener tu vida y
disfrutarla en realidad cuesta muy poco, sólo hay que saber
aprovecharla. Ah! Y ponerle ganas claro, porque sentado en el sofá
sin ganas ni de mirar más allá de lo que tenemos delante no vamos
muy lejos (apoyo totalmente a quien quiera hacerlo es otra forma de
vivir) pero se puede hacer todo por suerte. La vida no es una
película Dreamworks con banda sonora de base. Pero sí podemos crear
nuestro propio largometraje dándole un giro a aquello que tenemos
como rutina y que nos da miedo cambiar. El miedo es bueno en su justa
medida. Cuando cuentas con gente a tu alrededor que te apoya deberías
ser capaz de todo... Luchar es la clave de tener una vida próspera,
comenzando desde YA y no esperando a tener 35 años y sin ganas de
hacer y comiéndote el remordimiento por haber perdido tantos años
de tu vida. Es una ahora, es un ya, es una quien quiera que te siga,
quien no que se quede en el camino como un simple... recuerdo.
Reflexionar para que nuestro cerebro aprenda |
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